Las chicas sin suerte siempre somos espectadoras nunca
protagonistas, pero ser espectador o protagonista depende solo de una decisión.
A las chicas sin suerte nunca nos dan un protagonico siempre somos nosotras las
que tenemos que ir, pararnos en el centro del escenario debajo de las luces y decir ACÁ ESTOY. Las chicas sin suerte vivimos lamentándonos por lo que nos tocó en
suerte, pero cuando nos rebelamos, cuando agarramos el toro por las astas algo empieza
a cambiar. Las chicas sin suerte creemos que somos como una balsa en el mar a la
deriva, pero podemos nadar, podemos patalear, remar; está bien tenemos que remar
mucho si, pero remando llegamos a donde nosotros queremos no donde el mar nos
lleva; ya no necesitamos la suerte porque la suerte la hacemos nosotras. Las
chicas sin suerte nunca somos amadas y como no somos amadas las chicas sin suerte tenemos que hacer
algo para que nos amen, para las chicas sin suerte ser amadas es un trabajo un
esfuerzo.
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